Estoy ante la presencia de una mesa, esa mesa me habla, la mesa habla, igual pasa con todo lo demás: la silla, la taza sobre una carpeta floreada al centro de la mesa, una cuchara con remanentes de café, un sobre, una pluma fuente y una servilleta limpísima. Todo ahí me habla, todo ahí está diciéndome algo, y yo entonces dejo de pintar más la “naturaleza muerta”.